¿Qué sucede realmente cuando una parte crítica de un avión, como un ala, es golpeada por un dron? ¿Hasta qué punto la sospecha de que tal colisión produce daños de riesgo se basa en suposiciones realistas? El experto en colisiones Kevin Poormon decidió tomar la prueba y disparó un avión no tripulado del tipo DJI Phantom a un ala de avión.
Prueba en practica
En la aviación civil hay mucha preocupación por el avance de los drones, ya que pueden ser pilotados por gente inexperta, y, debido a eso, también fallar, pudiendo poner en peligro a otras aeronaves . No ayuda tampoco los numerosos vídeos en los que vemos a drones en altitudes muy elevadas o cerca de los aeropuertos. En algunos casos, incluso ha habido alguna colisión entre un dron y un avión tripulado, afortunadamente hasta la fecha, sin ninguna consecuencia grave.
La posibilidad de que se produzca un golpe directo es pequeña, ya que el propio aire desplazado del casco del avión desplazaría el dron, pero no inconcebible. Anteriormente, las simulaciones en programas de ordenador ya indicaban que el fuselaje de un avión podría dañarse como resultado de una colisión con un avión no tripulado. Pero, ¿qué sucede ahora cuando un dron de tamaño popular pesa aproximadamente un kilos y medio en un componente crucial del avión?
Cañón de aire
Esa pregunta fue fundamental durante una prueba realizada recientemente en el instituto de investigación de la Universidad de Daytona. Allí, el investigador Kevin Poormon y su equipo tienen un cañón de aire de 15 metros de largo, con la que pueden disparar todo tipo de objetos a gran velocidad sobre un objeto para así poder investigar sus daños. Poormon decidió ver que ocurriría al impactar un dron en un ala de un avión.
Para la prueba, cargó el cañón de aire comprimido con un DJI Phantom 2, un dron de uso común algo más antiguo que es representativo en términos de peso y diseño para una gran parte de los drones que actualmente vuelan (hobby). Con una velocidad aproximada de 400 kilómetros por hora, disparó el dron en un ala de un avión deportivo Mooney M20 y grabó las consecuencias con una cámara de alta velocidad de 10.000 fps.
Daños muy graves
Los resultados no mienten: el dron dañó una gran parte del ala y se abrió paso hacia adentro. Esto incluso dañó la viga principal interna. “Todo el peso de un avión descansa sobre las vigas. Si una viga de este tipo está dañada lo suficiente, el ala puede partir y el avión se estrellaría al perder el control”, dice Poormon.
A modo de comparación, el ala del avión también recibió un disparo con un trozo de gelatina del mismo peso que un ave grande. Aunque causó una abolladura considerable en la parte frontal del perfil del ala, no hubo penetración del ala o daño interno estructural a la viga.
Conclusión
Aunque en términos de requisitos de seguridad, el ala del avión deportivo no puede compararse con la de un avión comercial, según los investigadores, existen pruebas mecánicas suficientes para poder afirmar que los drones en el caso de una colisión representan un peligro para los aviones más grandes.
Poormon no es negativo en cuanto al resultado del experimento con los drones. “Los drones son indispensables en el futuro y contribuirán positivamente de muchas maneras. Solo debemos tener cuidado y tener en cuenta lo que puede suceder si vuela de forma irresponsable”.
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